martes, 11 de febrero de 2014

La voz como instrumento primario de Dios

Desde la creación del hombre, Dios puso de Su aliento –Espíritu- en nosotros que es lo que nos dio vida y es ese mismo aliento, que botamos al realizar algún sonido con nuestra voz.


             Génesis 2:7 (LBLA) Entonces el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida; y fue el hombre un ser[a] viviente.

El sonido de nuestra voz se genera porque existe una presión de aire que viene desde los pulmones y al vencer la resistencia entre las cuerdas vocales (que son dos y están dispuestas paralelamente una frente a la otra) las hace vibrar y con ello, provoca el sonido. La vibración de las cuerdas, depende a su vez de la ‘cantidad’ de aire expulsado y de la tensión de las mismas cuerdas (que son músculos) a cargo de otro grupo de músculos laríngeos denominados intrínsecos. Si las cuerdas están más tensas, el sonido será más agudo; si están menos tensas o con más masa, el sonido será más grave. Además, cada uno de nosotros tiene un sonido particular ya que, considerando por ejemplo que las mujeres hablamos bastante más agudo que los hombres, entran otras propiedades en juego como lo son la resonancia, la colocación del sonido, etcétera, que hacen que cada uno de nosotros posea un timbre propio que si bien, puede ser imitado, no sería posible realizarlo exactamente igual.

¿Cómo relacionamos todo esto? Lo primero que debemos entender es que Dios puso en nosotros de Su aliento que es Su Espíritu (y que fisiológicamente se aloja en nuestros pulmones -más allá de que ahora respiremos oxígeno… sigue siendo el mismo principio- para posteriormente salir en forma de sonido) y es eso lo que sale de nosotros, cada vez que hablamos, cantamos o emitimos algún sonido. El término hebreo que se utiliza en Génesis 2:7 para aliento es neshamá que quiere decir aliento, alma, espíritu, hálito, que respira, respirar, soplo, vida, viviente (referencia diccionario Strong) y que en otros versículos se denomina como rúakj  cuyo significado es bastante similar, y son utilizados aproximadamente unas 378 veces en la versión RVR de la Biblia. Otro de los versículos que utilizan estos mismos términos (rúakj en este caso) se encuentra en:

Salmos 32:2 ¡Cuán bienaventurado es el hombre a quien el Señor no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño!

Por lo tanto, el Espíritu que recibimos de Él al soplar aliento de vida sobre nosotros, es la manifestación de la porción de Su Espíritu que tengamos, es decir, si somos uno con Él, Su esencia saldrá de nosotros. Pero, ¿y qué pasa cuando estamos desalineados o cuando lo que está en nuestro corazón no es lo que Él puso? En este caso en cambio, si en nosotros no habita Él, lo que saldrá en sonido representará el espíritu que habite en nuestro ser... o de lo que esté lleno nuestro corazón. Por eso es tan importante el cuidar lo que sale de nosotros, porque es eso lo que nos contamina ¡ya que es espíritu!

Por eso creo, que en Proverbios y en Mateo dice:

Proverbios 4: 20-24 Hijo mío, presta atención a lo que te digo. Escucha atentamente mis palabras. 21 No las pierdas de vista. Déjalas llegar hasta lo profundo de tu corazón, 22 pues traen vida a quienes las encuentran y dan salud a todo el cuerpo. 23 Sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque éste determina el rumbo de tu vida. 24 Evita toda expresión perversa; aléjate de las palabras corruptas.

Mateo 12: 36-37 Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. 37 Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.

Mateo 15: 11,18-19 No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre. 18 Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. 19 Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias.


Creo que es fundamental que a través de nuestra adoración continua, podamos hacernos uno con Dios y así lo que saldrá de nosotros será lo que Él ha depositado; será Su voz hablando y sonando a través nuestro. Cuando pedimos que venga Su Reino y se haga Su voluntad así como es en el cielo, en la tierra es para que en nosotros no exista el 'YO' sino que sea Él: Que Él crezca y nosotros mengüemos. Que la porción del Espíritu de Dios que cada uno tiene no se pierda en cosas vanas, sino que hablemos lo que Él quiere decir.. y sólo así seremos realmente instrumento en sus manos.


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