domingo, 12 de agosto de 2012

Alineados al Espíritu de Dios: 1. Con los ojos en el blanco perfecto

'Alinear’ es un término utilizado frecuentemente, para evaluación. Por ejemplo, cuando se evalúa la postura del cuerpo humano, hay ciertos puntos en los que es necesario fijarse para saber si el cuerpo está alineado o no; tales como la posición de los hombros, espalda, pelvis y piernas, entre otros. Así mismo, cuando queremos saber si estamos alineados al Espíritu de Dios debemos ponernos a prueba, como en una evaluación, bajo ciertos parámetros regidos por la Palabra.

Según el diccionario de lengua española, alinear significa poner en línea recta; por lo que estar alineado es andar según lo que el Espíritu dice, en línea recta por el camino que Dios ha trazado para que sigamos.

Pro 4:26 Traza un sendero recto para tus pies; permanece en el camino seguro.
Pro 4:27 No te desvíes, evita que tus pies sigan el mal.


Científicamente, eso parece imposible. Muchos científicos han comprobado que el ser humano es incapaz de caminar en línea recta: El instituto Max Planck de Cibernética Biológica, explica que diversos estudios confirman que si andamos, nadamos, conducimos o navegamos con los ojos vendados, sin visibilidad o ningún tipo de referencia, antes o después terminaremos haciendo círculos, pues parece imposible para el ser humano poder moverse en línea recta sin referencia. Al decir ‘sin referencia’ se refiere a caminar con los ojos vendados o desorientado en el lugar donde se camina.

Quizás muchas veces en nuestras vidas como cristianos hemos caminado sintiendo que pasamos una y otra vez por las mismas pruebas, dificultades y no vemos una pronta salida… o vemos que pasa el tiempo y estamos estancados en una misma posición. Cuando sacamos nuestros ojos del blanco perfecto, nada de lo que hagamos puede llevarnos hacia donde Él está.

Lam 5:21  Tráenos de vuelta, oh Jehová, a ti mismo, y prontamente volveremos. Trae días nuevos para nosotros como en la antigüedad.

Es necesario que nos volvamos al original. Si hemos errado en el camino o desviado nuestros ojos lejos de Él, es tiempo de arrepentirnos y de volvernos a Él completamente. Un arrepentimiento genuino nos lleva a Su presencia, nos inunda de su misericordia, gracia y perdón. Mas allá de 'alivianar nuestra conciencia' el arrepentimiento trae consigo un cambio de actitud; una transformación. Y con ello no sólo nos vemos beneficiados nosotros, ¡sino que el Cuerpo completo! A veces pensamos egoístas de que nuestras decisiones nos afectan o conciernen sólo a nosotros... pero no, somos uno en Él y como cuerpo, lo que uno decida nos afectará a todos.

1Co 12:27  Ahora bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno es miembro de ese cuerpo.

En los momentos de intimidad con el Padre, es donde Él nos revela lo que no le agrada de nosotros y es ahí donde nuestra actitud debe cambiar. El límite de sumergirse en Su presencia es hasta vernos transformados a Su imagen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario