Salmos 18:25 (NVI) Tú eres
fiel con quien es fiel, e irreprochable con quien es irreprochable
El Señor no paga como nosotros
pagamos. Es más, su misericordia es algo que nuestra mente limitada no puede
comprender pero, aquí el salmista refiere una cualidad de Dios –la fidelidad-
que se activa en nosotros cuando somos fieles. Dios es fiel siempre (es una de
sus muchas cualidades) pero esa fidelidad sólo nos alcanza cuando nosotros nos
mostramos fieles con Él.
¿Qué es ser fiel?
Por definición (wordreference), fiel significa:
1. Que
cumple sus compromisos.
2. Exacto,
conforme a la verdad.
3. Que
presenta las condiciones y circunstancias que exige el uso al que se destina.
Imagine un compromiso entre dos
personas o un acuerdo mediante un contrato, y que una de las partes no cumpla
con lo establecido. Eso sería por lo menos una actitud “inapropiada” ¿verdad?
Ahora, ubíquese en el plano del pacto eterno que Dios hizo a través de la
sangre de Cristo, y de las ‘cláusulas’ que tenemos instituidas por medio de Su
palabra para que sean cumplidas por nosotros. ¿Cuántos compromisos hemos hecho
que en realidad sólo quedaron en una 'promesa de buena intención'?
Si nos vamos al original, el término
fiel refiriéndose a Dios (v.25 “Tú
eres fiel…”) corresponde al hebreo kjasád
(que deriva de la raíz Kjanán) y significa
“doblar o inclinarse en bondad hacia un inferior; favorece, conceder”. En la
traducción al español, utilizan la misma palabra –fiel- para referirse a la
actitud tanto de Dios como del hombre, pero en hebreo, el término fiel refiriéndose al hombre (v.25 “…con
quien es fiel”) deriva del mismo kjasád
pero constituye un término diferente: Kjasíd
la cual significa “amable, misericordia, misericordioso, piadoso, santo”. Por lo
tanto, el ser fiel para Dios es una acción en favor de nosotros, como respuesta
a nuestra actitud de vida.
Desglosando
el término kjasád nos encontramos con
kjaná el cual significa acampar (para morar o sitiar), habitar, permanecer, seguir, sentar, sitiar. ¿Qué nos dice esto? Que Dios no sólo muestra su favor hacia nosotros en respuesta a nuestra actitud, sino que Dios habita en medio de quien es fiel. Hace
Su morada en quien es fiel, permanece en quien es fiel. Entonces, no se trata de cantar “ven a habitar”
o “toma tu lugar” ni de hacer cosas por hacer sino de cumplir los
compromisos, caminar en verdad, hacer lo que fuimos diseñados a hacer y eso nos constituirá en una persona fiel, en una morada donde Él quiera habitar.