jueves, 5 de febrero de 2015

Dios habita en quien es fiel

Salmos 18:25 (NVI) Tú eres fiel con quien es fiel, e irreprochable con quien es irreprochable

El Señor no paga como nosotros pagamos. Es más, su misericordia es algo que nuestra mente limitada no puede comprender pero, aquí el salmista refiere una cualidad de Dios –la fidelidad- que se activa en nosotros cuando somos fieles. Dios es fiel siempre (es una de sus muchas cualidades) pero esa fidelidad sólo nos alcanza cuando nosotros nos mostramos fieles con Él.

¿Qué es ser fiel?
Por definición (wordreference), fiel significa:
1. Que cumple sus compromisos.
2. Exacto, conforme a la verdad.
3. Que presenta las condiciones y circunstancias que exige el uso al que se destina.


Imagine un compromiso entre dos personas o un acuerdo mediante un contrato, y que una de las partes no cumpla con lo establecido. Eso sería por lo menos una actitud “inapropiada” ¿verdad? Ahora, ubíquese en el plano del pacto eterno que Dios hizo a través de la sangre de Cristo, y de las ‘cláusulas’ que tenemos instituidas por medio de Su palabra para que sean cumplidas por nosotros. ¿Cuántos compromisos hemos hecho que en realidad sólo quedaron en una 'promesa de buena intención'?

Si nos vamos al original, el término fiel refiriéndose a Dios (v.25 “Tú eres fiel…”) corresponde al hebreo kjasád (que deriva de la raíz Kjanán) y significa “doblar o inclinarse en bondad hacia un inferior; favorece, conceder”. En la traducción al español, utilizan la misma palabra –fiel- para referirse a la actitud tanto de Dios como del hombre, pero en hebreo, el término fiel refiriéndose al hombre (v.25 “…con quien es fiel”) deriva del mismo kjasád pero constituye un término diferente: Kjasíd la cual significa “amable, misericordia, misericordioso, piadoso, santo”. Por lo tanto, el ser fiel para Dios es una acción en favor de nosotros, como respuesta a nuestra actitud de vida.

Desglosando el término kjasád nos encontramos con kjaná el cual significa acampar (para morar o sitiar), habitar, permanecer, seguir, sentar, sitiar. ¿Qué nos dice esto? Que Dios no sólo muestra su favor hacia nosotros en respuesta a nuestra actitud, sino que Dios habita en medio de quien es fiel. Hace Su morada en quien es fiel, permanece en quien es fiel. Entonces, no se trata de cantar “ven a habitar” o “toma tu lugar” ni de hacer cosas por hacer sino de cumplir los compromisos, caminar en verdad, hacer lo que fuimos diseñados a hacer y eso nos constituirá en una persona fiel, en una morada donde Él quiera habitar.

Seamos una morada donde Él desee habitar.

martes, 11 de febrero de 2014

La voz como instrumento primario de Dios

Desde la creación del hombre, Dios puso de Su aliento –Espíritu- en nosotros que es lo que nos dio vida y es ese mismo aliento, que botamos al realizar algún sonido con nuestra voz.


             Génesis 2:7 (LBLA) Entonces el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida; y fue el hombre un ser[a] viviente.

El sonido de nuestra voz se genera porque existe una presión de aire que viene desde los pulmones y al vencer la resistencia entre las cuerdas vocales (que son dos y están dispuestas paralelamente una frente a la otra) las hace vibrar y con ello, provoca el sonido. La vibración de las cuerdas, depende a su vez de la ‘cantidad’ de aire expulsado y de la tensión de las mismas cuerdas (que son músculos) a cargo de otro grupo de músculos laríngeos denominados intrínsecos. Si las cuerdas están más tensas, el sonido será más agudo; si están menos tensas o con más masa, el sonido será más grave. Además, cada uno de nosotros tiene un sonido particular ya que, considerando por ejemplo que las mujeres hablamos bastante más agudo que los hombres, entran otras propiedades en juego como lo son la resonancia, la colocación del sonido, etcétera, que hacen que cada uno de nosotros posea un timbre propio que si bien, puede ser imitado, no sería posible realizarlo exactamente igual.

¿Cómo relacionamos todo esto? Lo primero que debemos entender es que Dios puso en nosotros de Su aliento que es Su Espíritu (y que fisiológicamente se aloja en nuestros pulmones -más allá de que ahora respiremos oxígeno… sigue siendo el mismo principio- para posteriormente salir en forma de sonido) y es eso lo que sale de nosotros, cada vez que hablamos, cantamos o emitimos algún sonido. El término hebreo que se utiliza en Génesis 2:7 para aliento es neshamá que quiere decir aliento, alma, espíritu, hálito, que respira, respirar, soplo, vida, viviente (referencia diccionario Strong) y que en otros versículos se denomina como rúakj  cuyo significado es bastante similar, y son utilizados aproximadamente unas 378 veces en la versión RVR de la Biblia. Otro de los versículos que utilizan estos mismos términos (rúakj en este caso) se encuentra en:

Salmos 32:2 ¡Cuán bienaventurado es el hombre a quien el Señor no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño!

Por lo tanto, el Espíritu que recibimos de Él al soplar aliento de vida sobre nosotros, es la manifestación de la porción de Su Espíritu que tengamos, es decir, si somos uno con Él, Su esencia saldrá de nosotros. Pero, ¿y qué pasa cuando estamos desalineados o cuando lo que está en nuestro corazón no es lo que Él puso? En este caso en cambio, si en nosotros no habita Él, lo que saldrá en sonido representará el espíritu que habite en nuestro ser... o de lo que esté lleno nuestro corazón. Por eso es tan importante el cuidar lo que sale de nosotros, porque es eso lo que nos contamina ¡ya que es espíritu!

Por eso creo, que en Proverbios y en Mateo dice:

Proverbios 4: 20-24 Hijo mío, presta atención a lo que te digo. Escucha atentamente mis palabras. 21 No las pierdas de vista. Déjalas llegar hasta lo profundo de tu corazón, 22 pues traen vida a quienes las encuentran y dan salud a todo el cuerpo. 23 Sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque éste determina el rumbo de tu vida. 24 Evita toda expresión perversa; aléjate de las palabras corruptas.

Mateo 12: 36-37 Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. 37 Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.

Mateo 15: 11,18-19 No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre. 18 Pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre. 19 Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias.


Creo que es fundamental que a través de nuestra adoración continua, podamos hacernos uno con Dios y así lo que saldrá de nosotros será lo que Él ha depositado; será Su voz hablando y sonando a través nuestro. Cuando pedimos que venga Su Reino y se haga Su voluntad así como es en el cielo, en la tierra es para que en nosotros no exista el 'YO' sino que sea Él: Que Él crezca y nosotros mengüemos. Que la porción del Espíritu de Dios que cada uno tiene no se pierda en cosas vanas, sino que hablemos lo que Él quiere decir.. y sólo así seremos realmente instrumento en sus manos.


domingo, 9 de diciembre de 2012

No puedes ser adorador sin antes ser hijo


La palabra adorar sale más de 100 veces en la Biblia. Aparece por primera vez en Génesis 18 con el término hebreo shakjá que significa postrarse –que puede ser en homenaje a alguien o a Dios- como un acto físico de adorar. Se refiere a reconocer la autoridad de alguien y darle honra a través de la reverencia.

En el Antiguo Testamento aparece este término shakjá como señal de reverencia al Eterno (Gén 22:5, 24:26; Éx 4:31, 24:1; Deut 26:10; 1 Sam 1:3, 1:19, 1:28; 2 Rey 18:22; Jer 7:2); para expresar respeto a un enviado del cielo (Gen 18:2, 19:1; Núm 22:31); y como respeto a la autoridad, entre otros (Por ejemplo en Gén 27:29; Éx 11:8; 1 Sam 24:8; Isa 45:14; Rut 2:10). En todos ellos se utiliza el mismo término shakjá. Aparece por última vez casi al finalizar el Antiguo Testamento, en el libro de Zacarías (14:17).

En el Nuevo Testamento, el término referido a adorar cambia a proskunéo y la primera vez que aparece es en Mateo 2:2 «¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Vimos su estrella mientras salía y hemos venido a adorarlo».
Proskunéo significa besar, así como el perro lame la mano del amo; abanicar o agazaparse a, (literalmente o figurativamente) postrarse en homenaje (hacer reverencia a, adorar). Ya no es sólo el acto físico –como lo era con shakjá- de hacer reverencia sino que es una actitud que nace desde el interior con el objetivo de demostrar el amor, respeto, sumisión, devoción, admiración, reverencia entregando la honra a quien la merece. Es un cambio de actitud.

Es Jesús quien provoca el cambio para adorar al Padre. Su nacimiento como primogénito y único Hijo de Dios es la puerta que transforma el adorar en algo más que una expresión externa, Él abre la dimensión que nos permite acceder al Padre de una forma diferente.
Su vida es un ejemplo vivo de adoración: santidad, obediencia y amor.

El que nosotros seamos hijos de Dios es una condición heredada por amor, sin buscarla ni merecerla, y que nos fue entregada al momento de recibir a Cristo en nuestro corazón. Jua 1:12 Pero, a todos los que creyeron en él y lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios. Pero, para que nuestra identidad sea renovada en ser hijos, debemos recibir el espíritu de adopción del Padre, que nos saca de la esclavitud y nos posiciona en Él.

Rom 8:14 Pues todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.
Rom 8:15 Y ustedes no han recibido un espíritu que los esclavice al miedo. En cambio, recibieron el Espíritu de Dios cuando él los adoptó como sus propios hijos.* Ahora lo llamamos «Abba, Padre»*.
Rom 8:16 Pues su Espíritu se une a nuestro espíritu para confirmar que somos hijos de Dios.

Y como consecuencia de ello, al unirnos a Jesús debemos ser cómo Él y adorar al Padre siguiendo su ejemplo.
Cuando se habla de ser adorador muchos piensan que se trata sólo de manifestar la pasión que sentimos por Dios a través del arte o de algo ‘concreto’, pero un adorador está definido por el carácter de Cristo formado en él evidenciado en su obediencia a la voz del Padre, en un corazón humilde, lleno de amor y moldeable, y en un espíritu unido al Espíritu Santo de Dios, donde sean uno sólo.

Ser adorador es un desafío, es un estilo de vida que dura 24 horas al día, 7 días a la semana y todos los días del año. Ser adorador es quien se dispone a morir en la cruz a diario, quien se posiciona como plataforma para que otros accedan al Padre.

La condición de ser hijos, va ligada a ser adorador. Si bien se nos heredó el ser hijos, para ser un adorador es necesario invertir tiempo en Él: conocerle, amarle, impregnarse de su esencia. Adorador es un título que se conquista. Es una posición que se gana y se lucha por mantener. Todos podemos ser hijos, más no todos adoradores.

Jua 4:23 Pero se acerca el tiempo —de hecho, ya ha llegado —cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. El Padre busca personas que lo adoren de esa manera.



jueves, 13 de septiembre de 2012

Trabajo en equipo


¿Por qué será que cuando logramos tener una labor o un rol dentro de la iglesia o del Reino –quizás sin buscarlo-  lo sentimos tan nuestro? Y cuando nos sentimos amenazados en algún grado con ‘perder’ ese lugar o posición, ¿actuamos como en defensa de Él? ¿Qué es lo que en nosotros provoca que seamos realmente incapaces de mirar por el Reino y no por nosotros mismos?

1Co 3:6 Yo planté la semilla en sus corazones, y Apolos la regó, pero fue Dios quien la hizo crecer.
1Co 3:7 No importa quién planta o quién riega, lo importante es que Dios hace crecer la semilla.
1Co 3:8 El que planta y el que riega trabajan en conjunto con el mismo propósito. Y cada uno será recompensado por su propio arduo trabajo. (NTV)


Sin duda me he enfrentado a esto un sinfín de veces: de forma personal o lo he escuchado de otros. Y no sucedió hasta HOY que me di cuenta de que no necesariamente por iniciar algo dentro del Reino, implica que nosotros seamos los encargados de terminar la misión. Es más, se supone que entendemos (y es algo que hemos escuchado un montón de otras veces) que nuestro propósito es hacer más que nuestras generaciones pasadas y darle una plataforma a la siguiente generación para que pueda ir efectivamente de nuestros lomos hacia arriba y ser/hacer más que nosotros. Pero… ¿qué sucede cuando en ‘nuestra’ posición somos incomodados y debemos ceder el lugar? Y no hablo de darle lugar a las tinieblas (obvio), sino de cuando Dios te saca de tu comodidad para llevarte a otro nivel; te saca de tu actualidad para probarte y así llevarte Él mismo a la siguiente puerta que deberás atravesar. ¡Cuánto nos cuesta menguar! Nos creemos tan capaces y dueños de nuestro espacio que se nos olvida que todo es por Él y para Él. El apóstol Pablo les explica en una de sus cartas a los Corintios que les habla de cierta forma, porque producto de su inmadurez no puede referirse a ellos con palabras mayores:

1Co 3:1  Yo, hermanos, no pude dirigirme a ustedes como a espirituales sino como a inmaduros, apenas niños en Cristo. (NVI)

Y si lo comparamos con nuestra realidad, no difiere mucho de ella. ¿No es acaso la familia el fundamento de Cristo para la Iglesia? Entonces, si realmente conociéramos el poder y la importancia que esto tiene, simplemente no dudaríamos en trabajar unos con otros apoyándonos y velando por el cumplimiento del propósito de Dios en nuestras vidas, las de nuestros hermanos, nuestra nación. Hemos manejado las diversas situaciones tal como lo expone Pablo en esta carta: como niños que patalean y pelean por un juguete hasta que lo sienten completamente suyo, y si por algún motivo llega otro a ocuparlo, arman peleas y conflictos; y lo mismo ocurre con el amor de los padres: siempre existirá quien busque llamar más su atención o agradarles y a su vez, existirá otro que siempre se sienta menos querido o tomado en consideración.

Dentro de muchos de nosotros está la visión y el deseo de que nuestras familias y naciones completas se rindan a los pies de Cristo. Y cuando más vemos la realidad de la iglesia, más nos damos cuenta que mucho falta para lograr la unidad en grupos pequeños, ¡y mayor aún en los grandes! Nos olvidamos fácilmente que quien comienza la buena obra en nosotros, y la termina; quien tiene todo bajo control porque Su voluntad es buena agradable y perfecta; y quien nos llama para ser cooperadores de Él es quien da el crecimiento. No depende de nosotros, sino de Él.

1Co 3:9 Pues ambos somos trabajadores de Dios; y ustedes son el campo de cultivo de Dios, son el edificio de Dios.
1Co 3:10 Por la gracia que Dios me dio, yo eché los cimientos como un experto en construcción. Ahora otros edifican encima. Pero cualquiera que edifique sobre este fundamento tiene que tener mucho cuidado.
1Co 3:11 Pues nadie puede poner un fundamento distinto del que ya tenemos, que es Jesucristo.



1Co 3:16 ¿No se dan cuenta de que todos ustedes juntos son el templo de Dios y que el Espíritu de Dios vive en* ustedes? (NTV)

martes, 4 de septiembre de 2012

Alineados al Espíritu de Dios: 3. La obediencia es mejor que los sacrificios

Una de las cosas más hermosas en esta vida es cuando nos damos cuenta de que Dios está pendiente de nosotros: nos ve, nos escucha, nos habla. El que su voz se dirija a nosotros sin duda es una experiencia inolvidable. Pero, nuestras expectativas pueden ser muy diferentes a lo que recibimos en realidad: ¿Y si lo que nos dice es algo en lo que le debemos obedecer?



Muchas veces nos encontramos diciéndole a Dios en oración ‘me cuesta tanto hacer esto… hacer lo otro’; ‘ quiero pero no puedo…’  pero si realmente amáramos a Dios, ¿por qué habría de costarnos obedecerle? Si en el fondo sabemos que todo nos ayuda a bien, y que Su voluntad es buena, agradable y perfecta… obedecer debiese ser algo intrínseco en nosotros. ¿Nos cuesta? Claro, nos cuesta cuando no queremos obedecer y estamos cómodos así tal cual o tenemos miedo a lo que se viene. No somos capaces de mirar más allá y preferimos quedarnos en la posición actual con tal de evitarnos correr algún riesgo.

Heb 5:7  Mientras Cristo estuvo viviendo aquí en el mundo, con voz fuerte y muchas lágrimas oró y suplicó a Dios, que tenía poder para librarlo de la muerte;[e] y por su obediencia, Dios lo escuchó.

La palabra ‘obedecer’ tiene el mismo origen de oír, deriva de shamá cuyo significado principal es oír inteligentemente y sale más de 1130 veces en la Biblia. El obedecer es caminar en la voluntad del Padre, agradándole y haciendo lo que Él diseñó para nosotros.

1Sa 15:22 Pero Samuel respondió: —¿Qué es lo que más le agrada al SEÑOR: tus ofrendas quemadas y sacrificios, o que obedezcas a su voz? ¡Escucha! La obediencia es mejor que el sacrificio, y la sumisión es mejor que ofrecer la grasa de carneros.

Si escuchamos la voz de Dios y decidimos obedecer, debe ser con la motivación correcta. La motivación a obedecer no puede ser el temor, si se obedece debe ser por amor. Dios no nos obliga a obedecerle –nunca nos ha obligado a hacer algo- es más, lo plantea como un requisito para ser llenos de Él y ser llamados sus hijos; como un precedente a sus bendiciones. Pero, si decidimos ser Hijos de Dios, estar por Él y para Él, simplemente el obedecer se transforma en nuestro esquema de vida.

Rom 8:14  Todos los que viven en obediencia al Espíritu de Dios, son hijos de Dios.

Cuando Dios nos pide que obedezcamos en algo, siempre es con un propósito mayor; ya sea probarnos en algo, librarnos de estructuras, llevarnos a un siguiente nivel y, que Su nombre sea exaltado en de nosotros.

Jua 3:21 Pero los que hacen lo correcto se acercan a la luz, para que otros puedan ver que están haciendo lo que Dios quiere.*
(*O puedan ver a Dios obrando en lo que él hace).

Es a través de la obediencia donde podemos acercarnos a Él y permitirle confiar sus tesoros en nosotros. La obediencia es el camino trazado por Dios que nos lleva hacia nuestro destino.

viernes, 17 de agosto de 2012

Alineados al Espíritu de Dios: 2. Hijos íntegros


En el tema anterior, vimos que es imposible caminar en lo que el Padre nos dice si no tenemos los ojos puestos en Él. Pues bien, si nos ponemos a prueba bajo el parámetro de la Palabra sabremos si estamos siendo guiados por el Espíritu de Dios, alineados a Él.


El estar alineados en el Espíritu requiere:

1. Obediencia: Caminar siguiendo la voz de Dios.
Heb 11:6 De hecho, sin fe es imposible agradar a Dios. Todo el que desee acercarse a Dios debe creer que él existe y que él recompensa a los que lo buscan con sinceridad.

2. Amor. Su esencia.
1Co 13:8  El amor jamás dejará de existir. Un día el don de profecía terminará, y ya no se hablará en lenguas, ni serán necesarios los conocimientos.
1Jn 3:18 Queridos hijos, que nuestro amor no quede sólo en palabras; mostremos la verdad por medio de nuestras acciones.

3. Adoración. Cruz 24/7.
 Jua 4:23 Pero se acerca el tiempo —de hecho, ya ha llegado —cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. El Padre busca personas que lo adoren de esa manera.

4. Verdad.
2Jn 1:4  Mucho me alegré al encontrar algunos de tus hijos andando en la verdad, tal como hemos recibido mandamiento del Padre.
1Jn 4:6 En cambio, nosotros pertenecemos a Dios, y los que conocen a Dios nos prestan atención. Como ellos no pertenecen a Dios, no nos prestan atención. Así es como sabemos si alguien tiene el Espíritu de verdad o el espíritu de engaño.
5. Santidad.
Efe 4:24 Pónganse la nueva naturaleza, creada para ser a la semejanza de Dios, quien es verdaderamente justo y santo.
Heb 12:14 Busquen la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.

6. Justicia, misericordia.
Miq 6:8  ¡Ya se te ha declarado lo que es bueno! Ya se te ha dicho lo que de ti espera el SEÑOR: Practicar la justicia, amar la misericordia, y humillarte ante tu Dios.

7. Humildad.
1Pe 5:5  Revestíos todos de humildad en servicio mutuo, porque «Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes».

8. Disposición. Si quieres ser usado por Él, ponte a su disposición.
1Co 10:31  Siempre que ustedes coman o beban, o hagan cualquier otra cosa, háganlo para honrar a Dios.

En realidad, si partimos obedeciendo todo lo demás debiese venir como consecuencia a ello, porque está todo en Su palabra, por ende, si nos decimos Hijos de Dios sabremos que todo nos lleva a estar más cerca de Él y aunque pasemos dificultades, son riesgos calculados para que logremos cumplir el propósito eterno por el que fuimos creados.

Stg 1:2 Amados hermanos, cuando tengan que enfrentar problemas, considérenlo como un tiempo para alegrarse mucho
Stg 1:3 porque ustedes saben que, siempre que se pone a prueba la fe, la constancia tiene una oportunidad para desarrollarse.

domingo, 12 de agosto de 2012

Alineados al Espíritu de Dios: 1. Con los ojos en el blanco perfecto

'Alinear’ es un término utilizado frecuentemente, para evaluación. Por ejemplo, cuando se evalúa la postura del cuerpo humano, hay ciertos puntos en los que es necesario fijarse para saber si el cuerpo está alineado o no; tales como la posición de los hombros, espalda, pelvis y piernas, entre otros. Así mismo, cuando queremos saber si estamos alineados al Espíritu de Dios debemos ponernos a prueba, como en una evaluación, bajo ciertos parámetros regidos por la Palabra.

Según el diccionario de lengua española, alinear significa poner en línea recta; por lo que estar alineado es andar según lo que el Espíritu dice, en línea recta por el camino que Dios ha trazado para que sigamos.

Pro 4:26 Traza un sendero recto para tus pies; permanece en el camino seguro.
Pro 4:27 No te desvíes, evita que tus pies sigan el mal.


Científicamente, eso parece imposible. Muchos científicos han comprobado que el ser humano es incapaz de caminar en línea recta: El instituto Max Planck de Cibernética Biológica, explica que diversos estudios confirman que si andamos, nadamos, conducimos o navegamos con los ojos vendados, sin visibilidad o ningún tipo de referencia, antes o después terminaremos haciendo círculos, pues parece imposible para el ser humano poder moverse en línea recta sin referencia. Al decir ‘sin referencia’ se refiere a caminar con los ojos vendados o desorientado en el lugar donde se camina.

Quizás muchas veces en nuestras vidas como cristianos hemos caminado sintiendo que pasamos una y otra vez por las mismas pruebas, dificultades y no vemos una pronta salida… o vemos que pasa el tiempo y estamos estancados en una misma posición. Cuando sacamos nuestros ojos del blanco perfecto, nada de lo que hagamos puede llevarnos hacia donde Él está.

Lam 5:21  Tráenos de vuelta, oh Jehová, a ti mismo, y prontamente volveremos. Trae días nuevos para nosotros como en la antigüedad.

Es necesario que nos volvamos al original. Si hemos errado en el camino o desviado nuestros ojos lejos de Él, es tiempo de arrepentirnos y de volvernos a Él completamente. Un arrepentimiento genuino nos lleva a Su presencia, nos inunda de su misericordia, gracia y perdón. Mas allá de 'alivianar nuestra conciencia' el arrepentimiento trae consigo un cambio de actitud; una transformación. Y con ello no sólo nos vemos beneficiados nosotros, ¡sino que el Cuerpo completo! A veces pensamos egoístas de que nuestras decisiones nos afectan o conciernen sólo a nosotros... pero no, somos uno en Él y como cuerpo, lo que uno decida nos afectará a todos.

1Co 12:27  Ahora bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno es miembro de ese cuerpo.

En los momentos de intimidad con el Padre, es donde Él nos revela lo que no le agrada de nosotros y es ahí donde nuestra actitud debe cambiar. El límite de sumergirse en Su presencia es hasta vernos transformados a Su imagen.