La palabra
adorar sale más de 100 veces en la
Biblia. Aparece por primera vez en Génesis 18 con el término hebreo shakjá que significa postrarse –que puede ser en homenaje a alguien o a Dios- como un
acto físico de adorar. Se refiere a reconocer la autoridad de alguien y darle
honra a través de la reverencia.
En el
Antiguo Testamento aparece este término shakjá
como señal de reverencia al Eterno (Gén 22:5, 24:26; Éx
4:31, 24:1; Deut 26:10; 1 Sam 1:3, 1:19, 1:28; 2 Rey 18:22; Jer 7:2); para expresar respeto a un enviado del cielo (Gen
18:2, 19:1; Núm 22:31); y como respeto a la autoridad, entre otros (Por
ejemplo en Gén 27:29; Éx 11:8; 1 Sam 24:8; Isa 45:14; Rut 2:10). En todos ellos se utiliza el mismo término shakjá. Aparece por última vez casi al finalizar el Antiguo
Testamento, en el libro de Zacarías (14:17).
En el
Nuevo Testamento, el término referido a adorar
cambia a proskunéo y la primera vez
que aparece es en Mateo 2:2 «¿Dónde está
el rey de los judíos que acaba de nacer? Vimos su estrella mientras salía y
hemos venido a adorarlo».
Proskunéo significa besar, así como
el perro lame la mano del amo; abanicar o agazaparse a, (literalmente o figurativamente) postrarse en homenaje (hacer reverencia a, adorar). Ya no es sólo el acto físico –como lo era con shakjá-
de hacer reverencia sino que es una actitud que nace desde el interior con el
objetivo de demostrar el amor, respeto, sumisión, devoción, admiración,
reverencia entregando la honra a quien la merece. Es un cambio de actitud.
Es Jesús
quien provoca el cambio para adorar al Padre. Su nacimiento como primogénito y
único Hijo de Dios es la puerta que transforma el adorar en algo más que una expresión externa, Él abre la dimensión
que nos permite acceder al Padre de una forma diferente.
Su vida
es un ejemplo vivo de adoración: santidad, obediencia y amor.
El que nosotros seamos hijos de Dios es una condición
heredada por amor, sin buscarla ni merecerla, y que nos fue entregada al
momento de recibir a Cristo en nuestro corazón. Jua 1:12 Pero, a todos los que creyeron en él y lo recibieron,
les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios. Pero, para que nuestra identidad sea renovada en ser hijos, debemos
recibir el espíritu de adopción del Padre, que nos saca de la esclavitud y nos
posiciona en Él.
Rom 8:14 Pues todos los
que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios.
Rom 8:15 Y ustedes no han
recibido un espíritu que los esclavice al miedo. En cambio, recibieron el
Espíritu de Dios cuando él los adoptó como sus propios hijos.* Ahora lo
llamamos «Abba, Padre»*.
Rom 8:16 Pues su Espíritu se une a nuestro espíritu
para confirmar que somos hijos de Dios.
Y como consecuencia de
ello, al unirnos a Jesús debemos ser
cómo Él y adorar al Padre siguiendo su ejemplo.
Cuando se habla de ser adorador
muchos piensan que se trata sólo de manifestar la pasión que sentimos por Dios
a través del arte o de algo ‘concreto’, pero un adorador está definido por el carácter
de Cristo formado en él evidenciado en su obediencia a la voz del Padre, en un
corazón humilde, lleno de amor y moldeable, y en un espíritu unido al Espíritu
Santo de Dios, donde sean uno sólo.
Ser adorador es un
desafío, es un estilo de vida que dura 24 horas al día, 7 días a la semana y
todos los días del año. Ser adorador es quien se dispone a morir en la cruz a
diario, quien se posiciona como plataforma para que otros accedan al Padre.
La condición de ser
hijos, va ligada a ser adorador. Si bien se nos heredó el ser hijos, para ser
un adorador es necesario invertir tiempo en Él: conocerle, amarle, impregnarse
de su esencia. Adorador es un título que se conquista. Es una posición que se
gana y se lucha por mantener. Todos podemos ser hijos, más no todos adoradores.
Jua 4:23 Pero se acerca el tiempo —de hecho, ya ha llegado —cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad. El Padre busca personas que lo adoren de esa manera.
me ha bendecido mucho estas lineas a esta hora de la mañana, muuuchas bendiciones para ti!
ResponderEliminarLinda! No sabía que no te había respondido. Un abrazo!
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