Una de las cosas más hermosas en esta vida es cuando nos damos cuenta de
que Dios está pendiente de nosotros: nos ve, nos escucha, nos habla. El que su
voz se dirija a nosotros sin duda es una experiencia inolvidable. Pero, nuestras
expectativas pueden ser muy diferentes a lo que recibimos en realidad: ¿Y si lo
que nos dice es algo en lo que le debemos obedecer?
Muchas
veces nos encontramos diciéndole a Dios en oración ‘me cuesta tanto hacer esto…
hacer lo otro’; ‘ quiero pero no puedo…’ pero si realmente amáramos a Dios, ¿por qué
habría de costarnos obedecerle? Si en el fondo sabemos que todo nos ayuda a bien, y que Su voluntad es buena, agradable y perfecta… obedecer debiese ser algo intrínseco
en nosotros. ¿Nos cuesta? Claro, nos cuesta cuando no queremos obedecer y estamos cómodos así tal cual o tenemos miedo
a lo que se viene. No somos capaces de mirar más allá y preferimos quedarnos en
la posición actual con tal de evitarnos correr algún riesgo.
Heb
5:7
Mientras Cristo estuvo viviendo aquí en el mundo, con voz fuerte y
muchas lágrimas oró y suplicó a Dios, que tenía poder para librarlo de la
muerte;[e] y por su obediencia, Dios
lo escuchó.
La
palabra ‘obedecer’ tiene el mismo origen de oír, deriva de shamá cuyo significado principal es oír inteligentemente y sale más de
1130 veces en la Biblia. El obedecer es caminar en la voluntad del Padre, agradándole
y haciendo lo que Él diseñó para nosotros.
1Sa
15:22 Pero Samuel
respondió: —¿Qué es lo que más le agrada al SEÑOR: tus ofrendas quemadas y
sacrificios, o que obedezcas a su voz? ¡Escucha! La obediencia es mejor que el
sacrificio, y la sumisión es mejor que ofrecer la grasa de carneros.
Si escuchamos la voz de Dios y decidimos obedecer, debe ser con la
motivación correcta. La motivación a obedecer no puede ser el temor, si se
obedece debe ser por amor. Dios no
nos obliga a obedecerle –nunca nos ha obligado a hacer algo- es más, lo plantea
como un requisito para ser llenos de Él y ser llamados sus hijos; como un
precedente a sus bendiciones. Pero, si decidimos ser Hijos de Dios, estar por
Él y para Él, simplemente el obedecer se transforma en nuestro esquema de vida.
Rom
8:14 Todos los que viven en obediencia al Espíritu
de Dios, son hijos de Dios.
Cuando Dios nos pide que
obedezcamos en algo, siempre es con un propósito mayor; ya sea probarnos
en algo, librarnos de estructuras, llevarnos a un siguiente nivel y, que Su
nombre sea exaltado en de nosotros.
Jua 3:21 Pero los que hacen lo correcto se acercan a la luz,
para que otros puedan ver que están haciendo lo que Dios quiere.*
(*O puedan ver a Dios obrando en lo que él hace).
Es a través de la obediencia donde podemos acercarnos a Él y permitirle
confiar sus tesoros en nosotros. La obediencia es el camino trazado por Dios
que nos lleva hacia nuestro destino.
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