martes, 4 de septiembre de 2012

Alineados al Espíritu de Dios: 3. La obediencia es mejor que los sacrificios

Una de las cosas más hermosas en esta vida es cuando nos damos cuenta de que Dios está pendiente de nosotros: nos ve, nos escucha, nos habla. El que su voz se dirija a nosotros sin duda es una experiencia inolvidable. Pero, nuestras expectativas pueden ser muy diferentes a lo que recibimos en realidad: ¿Y si lo que nos dice es algo en lo que le debemos obedecer?



Muchas veces nos encontramos diciéndole a Dios en oración ‘me cuesta tanto hacer esto… hacer lo otro’; ‘ quiero pero no puedo…’  pero si realmente amáramos a Dios, ¿por qué habría de costarnos obedecerle? Si en el fondo sabemos que todo nos ayuda a bien, y que Su voluntad es buena, agradable y perfecta… obedecer debiese ser algo intrínseco en nosotros. ¿Nos cuesta? Claro, nos cuesta cuando no queremos obedecer y estamos cómodos así tal cual o tenemos miedo a lo que se viene. No somos capaces de mirar más allá y preferimos quedarnos en la posición actual con tal de evitarnos correr algún riesgo.

Heb 5:7  Mientras Cristo estuvo viviendo aquí en el mundo, con voz fuerte y muchas lágrimas oró y suplicó a Dios, que tenía poder para librarlo de la muerte;[e] y por su obediencia, Dios lo escuchó.

La palabra ‘obedecer’ tiene el mismo origen de oír, deriva de shamá cuyo significado principal es oír inteligentemente y sale más de 1130 veces en la Biblia. El obedecer es caminar en la voluntad del Padre, agradándole y haciendo lo que Él diseñó para nosotros.

1Sa 15:22 Pero Samuel respondió: —¿Qué es lo que más le agrada al SEÑOR: tus ofrendas quemadas y sacrificios, o que obedezcas a su voz? ¡Escucha! La obediencia es mejor que el sacrificio, y la sumisión es mejor que ofrecer la grasa de carneros.

Si escuchamos la voz de Dios y decidimos obedecer, debe ser con la motivación correcta. La motivación a obedecer no puede ser el temor, si se obedece debe ser por amor. Dios no nos obliga a obedecerle –nunca nos ha obligado a hacer algo- es más, lo plantea como un requisito para ser llenos de Él y ser llamados sus hijos; como un precedente a sus bendiciones. Pero, si decidimos ser Hijos de Dios, estar por Él y para Él, simplemente el obedecer se transforma en nuestro esquema de vida.

Rom 8:14  Todos los que viven en obediencia al Espíritu de Dios, son hijos de Dios.

Cuando Dios nos pide que obedezcamos en algo, siempre es con un propósito mayor; ya sea probarnos en algo, librarnos de estructuras, llevarnos a un siguiente nivel y, que Su nombre sea exaltado en de nosotros.

Jua 3:21 Pero los que hacen lo correcto se acercan a la luz, para que otros puedan ver que están haciendo lo que Dios quiere.*
(*O puedan ver a Dios obrando en lo que él hace).

Es a través de la obediencia donde podemos acercarnos a Él y permitirle confiar sus tesoros en nosotros. La obediencia es el camino trazado por Dios que nos lleva hacia nuestro destino.

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